“Sculpture”, A publication of the International Sculpture Center, December 2009. Vol 28 No 10, María Carolina Baulo.

Masotta Torres Arte Contemporáneo
Tadeo Muleiro es una joven artista argentino que combina técnicas milenarias, elementos formales y materiales con una poderosa dosis de mitologías ancestrales. Sus enormes esculturas blandas hechas de ropa, papel, pelo, fibra de vidrio, hueso, madera y pintura acrílica evoca ritos simbólicos y formas derivadas de las culturas precolombinas. La idea de sacrificio y transformación, de muerte como metamorfosis domina su trabajo. El color le permite crear imágenes que el denomina “expansión sensitiva: formas que invaden el espacio e invitan al espectador a participar activamente”.

Diversas influencias pueden fácilmente reconocerse en el trabajo de Muleiro, incluyendo Niki de Saint Phalle, Marcel Duchamp, Alberto Heredia, Ernesto Neto y el manifiesto literarios de Oswald de Andrade. Estas conexiones se observan cuando Muleiro define una suerte de “Antropofagia de lo real”, una apropiación de los objetos cotidianos que pierden su funcionalidad y se convierten en piezas revitalizadas-una fusión del readymade y la experiencia surrealista. En este sentido, el trabajo de Muleiro se relaciona con el Modernismo Brasileño del siglo xx de Tarsila Do Amaral, una artista que construye un complejo escenario en donde coexisten realidad y fantasía.

La muestra reciente de Muleiro presenta tres trabajos que se relacionan entre si. “Bañera” claramente aborda el tema de la purificación y el nacimiento. Un árbol-bañera que une el cielo y la tierra, este representa el sitio ceremonial desde donde todo emerge: arboles, serpientes, jaguares, el sol, la lluvia y todos los símbolos de la fertilidad que son cruciales en la obra de Muleiro.

Como en México, Brasil y en el norte de Argentina muchas de sus imágenes provienen de visiones surreales , alucinaciones producidas por el consumo de sustancias alucinógenas durante rituales de iniciación. “El Hijo” es la obra en donde la idea de renacimiento vuelve a aparecer, es un autorretrato de Muleiro dentro de una enorme vagina de tela. “El Brujo”, sacerdote sacrificador, aparece de dos formas: como un objeto estético en si mismo y como elemento para utilizar en una performance realizada por el propio artista, que se viste con el liderando una ceremonia religiosa: “Soy ambos, la victima y quien realiza el sacrificio”, postula.

Estas coloridas esculturas nos cautivan con sus texturas blandas y la belleza de su apariencia, haciéndonos creer que estamos habitando un espacio de juego. Pero lo que realmente estamos contemplando es una descripción de los principales elementos del imaginario cultural de América Latina.

María Carolina Baulo.