El humor, como consecuencia de un decir, aparece muchas veces ante cuestiones que tienen que ver con los límites de la imposibilidad misma del decir más. Pone en juego a un tercero, a un Otro (como lugar simbólico), en el territorio del código, del conjunto de los significantes del lenguaje y de su función productora de sentido.
Tadeo Muleiro construye su poética y su obra en una constelación donde se cruzan diversos planos, tal vez los más visibles sean la barroquicidad latinoamericana, el sincretismo y el humor.
Trabaja y propone una omnipresente mixtura, un personal y singular imaginario sincrético, una poética contaminada, abarrotada de disímiles símbolos y signos.
El Barroco en el cuerpo, desde hace cinco siglos. Un estar y un devenir mestizo.
Una narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico. El mito se presenta como un relato atemporal. Su estructura se define por los lugares que ella define.
Tadeo abre el juego e invita a involucrarse e interactuar con sus objetos en esta dimensión, de constante visita y re definición de los mitos y relatos.
Sus abordajes, sincréticos a su vez, la ficción que despliega, y los lugares que va definiendo, los hace desde la exuberancia, la voluptuosidad, la veneración, la sensualidad. Maneras desde donde desea construir significación y experiencia.
La intensidad obsesiva y a la vez el humor, la cita a diversos códigos-lenguajes circulantes, la abundancia suma, con la que produce esta re problematización poética de la configuración de los mitos, cotidianos, de las diversas estructuras de formular creencias y temporales verdades fundacionales, aparecen como características constitutivas de sus obras, y probablemente también de sus modos de estar en ellas y de transitarlas.